Historia del municipio

Villaquejida en la historia (2/4)

Así, durante la etapa altomedieval (siglos IX-XI) formó parte de la mandación del Esla, agrupación territorial, de corte político-administrativo, que vinculaba las tierras en torno al eje de este río. Más adelante, durante el reinado de Alfonso V el Noble (9991O28), soberano que concedió fueros a León, las tierras de Villaquejida pasaron a poder del conde Pedro Fernández y su esposa Doña Sancha, sin duda los dos personajes más destacados del momento y de los que comentaremos algunos aspectos biográficos pues nos encontramos ante los primeros señores de la comarca de Villa Quexscita, nombre con el que es conocida durante esta fase histórica Villaquejida.
El conde Pedro Fernández era hijo de Fernando Vermúdez, conde de Cea, y de su esposa Elvira Díaz de la Casa de Saldaña. Hermano de la reina de Navarra y emparentado con la primera nobleza del reino, desposó con Sancha Muñiz, hija del conde de Astorga Munio Fernández de Saldaña, rebelde a la corona en tiempos de Vermudo 11(982/985-999). Su animadversión hacia los condes castellanos y sus excelentes relaciones familiares le convirtieron en el más firme --apoyo político de Alfonso V, realmente en su favorito además de en su colaborador. Tomó parte en los principales acontecimientos del reino durante los años de gobierno de este monarca y, en premio a su fidelidad a toda prueba, recibió algunas tierras en la comarca del Esla que, sumadas a las villas que ya poseía su esposa Sancha (Cimanes, Matilla y Bariones), le convierten en el principal señor de la comarca en torno a Villaquejida, sin duda una de las más ricas del reino leonés. Pedro Fernández encontró la muerte junto al monarca en el cerco de la plaza de Viseo (1028).
Su viuda, la condesa Doña Sancha, ha pasado a la historia leonesa como una de las damas más intrigantes y poderosas del s. XI y una de las manos ocultas en el llamado “partido navarro” instigador de la muerte del conde de Castilla García Sánchez y promotor del advenimiento de la dinastía Navarra a León en tiempos de Fernando 1 (1O37/8-1065). Su tremendo poder, equiparable al de cualquier magnate del momento, sus excelentes dotes políticas y sus escasos escrúpulos familiares desembocaron en su asesinato a manos de su sobrino Nuño Pérez. Tal episodio violento causó honda impresión en la corte, especialmente cuando, poco tiempo después, el asesino falleció de manera inesperada lo que dio pie al rumor de un castigo divino al criminal que se había escapado a la justicia de los hombres.
Sea como fuere, castigo del cielo o no, este episodio que acabamos de relatar aparece reflejado no sólo en la documentación coetánea sino, también, en la cista del sarcófago de piedra que contiene los restos de esta condesa y que se conserva en la Catedral de León a la derecha de la talla de la Virgen Blanca.
Sin duda una auténtica vida de novela la de estos primeros señores de la comarca de Villaquejida.
Como hemos indicado, faltó descendencia de este matrimonio por lo que el monto de sus bienes quedó en poder del obispado de León, poco dispuesto a dejar escapar tan ricas propiedades. Sin embargo Villaquejida quedó en manos de los reyes. Su excelente potencial económico motivó continuos pleitos entre la sede leonesa y diversos nobles, conflictos que llevaron al monarca a tomar parte activa en la resolución de los mismos, decisión que les forzará a convocar a la corte.
Corría el año 1067, primero del gobierno del gran Alfonso VI, el emperador de las tres religiones y conquistador de Toledo (10674109), cuando el obispo Pelayo y Havive Doníniz recurren ante el soberano para que éste decida sobre algunas de las villas que pertenecieron a la difunta condesa Doña Sancha, Para resolver este problema, el monarca, que se encontraba con los principales nobles del momento “... in villa nomine Quexscita, ripa fluvw Estole... “, es decir, en la Villa llamada Quejida, junto al río Esla, ordena que acudan a su presencia el prelado y sus testigos y el caballero con los suyos para que en una sesión de la Curia Palatina el rey y su aula decidan sobre este peliagudo asunto. Se encontraban junto al soberano, en Villaquejida, en esta reunión de la corte, el obispo de Astorga y los condes Pedro Peláez, Pedro González, su favorito Pedro Ansúrez, el alférez del rey y jefe su milicia, Martín Alfonso y otros nobles y hombres de Iglesia. El enfrentamiento se zanjó a favor del obispo.
Vinculada a la corona, Villaquejida se esfuerza por mantenerse ajena al control episcopal, rodeada como está por lugares pertenecientes a la sede leonesa. Gobernada por un tenente, es decir, un delegado del monarca, durante la plena edad media, y un alcaide con las mismas funciones durante la baja, a lo largo del siglo XIII diversas fuerzas sociales tratan de extender su dominio a tan rica villa.
Así, en 1260, Martín Miguélez y su esposa Dominga, venden sus bienes de Villaquexida a Don Martín de Santiago, arcipreste de Vega. En este documento aparecen, además, algunos de los vecinos del lugar con su nombre y apellido: Juan Bartolomé, clérigo de Villamandos, Pedro Varas, clérigo de San Pedro, Pedro Maladín, Juan Pérez Alegría, Pedro Vanes, alcaide de la villa y sus hijos Martín y Domingo Pérez, Martín Juan, carpintero, Domingo Lloréntez, Fernando Lloréntez, Domingo Abril, Pedro Pastor, Pedro Guerrero, Domingo Ramos, Fernando Domínguez, Juan Pérez Anxo, García Rodríguez, notario, Juan García y Rodrigo del Arcipreste.

 

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